viernes, 30 de julio de 2010

CEZANNE

Deshace julio en vapor los cristales
de las ventanas del agua y del aire.
En el blanco azul tornasol del mantel
los frutos toman posturas eternas
para el ojo y para el pincel.
Junto a las naranjas de abiertos poros
las manzanas se pintan demasiado,
y a los duraznos, por su piel de quince años,dan deseos de acariciarlos.
Los perones rodaron su mármol transparente
lejos de las peras pecosas
y de las nueces arrugadas.
¡Calor! Sin embargo, da pena
beberse la "naturaleza muerta"
que han dejado dentro del vaso.

Xavier Villaurrutia ( Reflejos. 1926)

Gracias PACO, gracias, y no sólo por esta última delicadeza.
No existe el bodegón de Cezanne que Villaurrutia describe minuciosamente. No existe en pintura y sin embargo, no por ello deja de existir ese Cezanne, el poeta debió encontrarlo, inedito y cierto en la mesa de la cocina de su casa. Los grandes artistas tiñen de modo indeleble la realidad, hacen añicos los límites del lienzo, del pincel, e incluso de su mano. Decía Emily Dickinson que con sólo una abeja ya veía una pradera; con sólo tres manzanas se puede tener un Cezanne, e incluso con menos, con un mantel blanco.