domingo, 18 de julio de 2010

Un punto del derecho y un punto del revés, un punto del derecho y un punto del revés. Un pino a la derecha, y a la izquierda el Tholonet. En la orilla del Fontanka, voy tejiendo una colcha con el ovillo de mi memoria y retales del Cezanne del Hermitage.

Las vigilantes del museo, sentadas en sus sillitas Imperio, se echan agua sobre las blusas blancas de percal. Yo estoy sudando al oleo. Tus cuadros se convierten en un lienzo único. Por la ventana asoma un azul Cezanne entre los abetos y los abedules; en la entrada unos jovenes vestidos de cosacos me ofrecen fotos con un monito o una cotorra,.

Los motivos familiares retroceden cuando avanza el esqueleto de la pincelada, su untuosidad y sus tonos. La clave Tanhauser del mensaje está cifrada en ruso .

Cuando las guardianas no miran porque están salpicándose agua por el escote, yo paso el dedo con cuidado sobre la línea titubeante y abrupta que dibuja el perfil de la montaña Sainte Victoire.
A la orilla del Fontanka voy tejiendo con esmero una alfombra mágica en la que seguir el viaje .