miércoles, 2 de junio de 2010

Cuando vi por primera vez este cuadro se me encogió el corazón, sentí una inmediata empatía con el artista que con honesta torpeza intentaba pintar una escena tan compleja. Me dió penita. No entendí por qué dejaba que se le amontonaran las figuras y los objetos en los bajos del cuadro ni por qué la mujer rubia sentada a la izquierda era tan enorme y desmañada. Me gustaba, muy Delacroix, la otra rubia de los hombros níveos y el pelo para abajo, pero era un desastre que la pareja lasciva del primer plano estuviera más borrosa que el delineadísimo lekytos , más alejado sin embargo sobre la mesa. Yo sufría de impotencia porque la composición me resultaba de un desequilibrio patético y total, desde el cielo con sus angeles curiosos sobre las acortinadas nubes en girones, hasta el pie desnudo que sobresale, fuera de lugar, entre las frutas del borde inferior y el rubensiano esclavo nubio. El esquemático mantel blanco, a la Veronese, parecía una sinrazón diagonal, un trampolín al vacio entre la confusión de curvas y contracurvas, ¿Por qué la figura negra del fondo a la derecha se lleva las manos a la cabeza?, ¿Teme quizás que en plena debauche se caiga el dichoso - y francamente grande - lekitos sobre los presentes y, a más a más, acaben todos embadurnados en aceite?.
Ahora cuando miro, veo otra cosa. "El Festín" es una declaración de intenciones del joven Cezanne que buscaba modos pictóricos tan nuevos como sus ojos para conseguir un Arte contemporáneo sublime, "como el que cuelga en los museos ". Por entonces, Cezanne era romántico y barroco, renegaba de lo aprendido en la escuela de dibujo de Aix y en la Academie Suisse de Paris, era ya un maestro instintivo del color, buscaba otra percepción de los volúmenes y no admitía más modelos que los de sus sueños. Sus figuras son perchas que mueven loscolores.
Cezanne tenía veintiocho años, Cezanne Experimentaba, Cezanne era un modernazo que se intuía tan grande como Delacroix, Rubens, o Veronés, pero de otra manera. Cezanne era lo que siempre fue, un incansable e insatisfecho obrero que necesitaba tiempo y trabajo para encontrar "Su fórmula".
Hay que ser muy valiente, joven, solipsista y obcecado para pintar este cuadro. Yo, cuando lo miro, me enternezco.
El festín, también llamado La orgía y el banquete de Nabucodonosor. Circa 1867. 130 x 81 cm. Colección particular .