domingo, 6 de junio de 2010

No es este el retrato de Vallier en el jardín, sino el retrato de Vallier como un jardín, y del tiempo, que pasa sobre Vallier hasta transformarle en un juego de luces.
Encontré descuidado tu jardín de Lauves y lo achaqué a la fundación que lo mantiene; pienso ahora que así debía estar en tus últimos años, cuando dejaste de pintar a Hortense y hacias posar al jardinero día tras día. Le retrataste doce veces, ¿De donde, conociendo tu ritmo, podría Vallier sacar tiempo para escardar los arriates?.
Como tú, lleva él un sombrero de paja, y su barba es blanca y puntiaguda como la tuya. El jardinero pudo ser tu alter ego cuando ya, por enfermo, apenas te reconocías en el espejo. Se me ocurre que en Vallier pintabas al viejo que te gustaría haber sido y en el que querías convertirte proximamente; hacías con él tu Autorretrato del artista cuando sea un fantasma del jardín.
El quince de Octubre de 1906, una tormenta te sorprendió al aire libre mientras volvías de pintar la Cabaña de Jourdan. Un carro de lavandería te recogió inconsciente y te llevaron hasta tu casa de la calle Boulegon. Al día siguiente, despertaste algo recuperado, - quizás te encontrabas fatal pero sabías lo que tenías que hacer- y marchaste a Lauves cuando amanecía para pintar a Vallier sentado bajo el lilo que está frente a tu estudio. Al rato te desvaneciste de nuevo, una semana después, mi muy querido, te morías. Era la noche del veintidos al veintitres de Octubre. Siempre dijiste que morirías pintando.

El jardinero Vallier. Retrato inacabado. 1906. 65 x 54 cm. Colección privada