viernes, 11 de junio de 2010

No se puede hablar de pinceladas ni de gamas cromáticas mientras esta joven de piel dorada amamanta a su hijo. Es la toma de la noche, los colores se pierden en el cuarto en penumbra. El pecho, cálido por el sueño, se expande, solo se escucha un chupetear rítmico. Hortense se adormece de nuevo sin que sus brazos dejen de proteger al hijo que se apoya en la curva natural de su cadera, bajo la manta se dibujan unos muslos fuertes, lleva el pelo espeso recogido en trenza por una cinta fina, es muy joven y esta noche, por ser madre, parece más que nunca una niña.

Hortense amamantando a su hijo. 1872. 22 x 22 cm. Col. Particular.