jueves, 8 de julio de 2010

Hoy no he dormido. La claridad por las rendijas de las persianas verdes me ha sacado de la cama. He echado a andar en chanclas y comiendo ciruelas por el camino alto del Molinet, quería sorprender a la comadreja que avistó Mauricio en el valle. Yo era una sonámbula entre los algarrobos jóvenes y los viejos olivos, con la luz a estrenar, saltando por las piedras del torrente, sobre las sombras claras, leves. No sonaban los pájaros ni las ranas, yo era un blando y rítmico crujido, un balanceo de color en el paisaje impersonal e íntimo.
En los últimos años, Cezanne comenzaba a pintar en su estudio de Lauves al amanecer.