jueves, 25 de marzo de 2010

id=Llegué a CanDionis a la una de la madrugada, la casa estaba fría pero me arropó el ánimo encontrarme con "la" balda que en tu honor encargué al carpintero y todavía no había visto, me pareció perfecta, casi idéntica a la del estudio de Lauves. La tuya es más larga porque mi salón no daba para más, y si tú la pintaste de gris para igualarla con la pared, por el mismo motivo yo la he tenido que pintar de blanco.
En un febril quita y pon de dudas, matices y cambios intangibles pero sustanciales, he pasado la noche poblando el estante hasta llegar a la opción final: unos libros del Archiduque Luis Salvador sobre Mallorca, una figurita funeraria griega, seis objetos de cristal rojo - una bola, dos copas y tres floreros -, una Virgen cuzqueña tallada en piedra, un raro busto de Simoneta Vespucci, obra de una artista holandesa, dos tratados de botánica alemanes y un caballo de bronce con su jinete, del escultor Carlos Ferreira. Ha quedado armónico, sobrio y elegante, creo que no he caido en el decorativismo.
.-¿Y por qué elegiste esos objetos y no otros?
.- Por su belleza, porque funcionaban bien entre ellos y con el ambiente, porque todos en sí son especiales.
.- Pues habrá quedado muchísimo más bonito que el mío. Mi estante solo era una superficie horizontal a la que llegaban los objetos necesarios.
Y en este momento, caida del burro, caida de los palos del sombrajo, me doy cuenta de que por mucha confianza que esté tomandome contigo, tu eres Paul Cezanne y yo solo soy esa chica que ama tanto a Cezanne.