miércoles, 24 de marzo de 2010


Mi muy querido, hoy tengo día de viaje y no puedo dedicarte mucho tiempo, me he comido en tu honor el último calisson de Aix, el último de la cajita de lata de la Patisserie Roi René, adornada con tus jugadores de cartas, era de los perfumados a la rosa, que son mis favoritos. Al ir hacia el aeropuerto iba pensando en tu padre,a él le encantaban los calissons de violeta, y tú le decías que nada que se jactara de ser malva, aunque fuera un calisson, podía ser interesante. Ya se que después de su muerte se te abrieron los ojos y no parabas de cantar sus alabanzas, pero creo que fuiste injusto con él, le criticabas alocadamente,te vivías joven martir incomprendido, te quejabas de vicio porque fue un tipo estupendo, un hombre de visión y acción, un gran padre que te mantuvo y comprendió toda la vida aunque, los genes no perdonan, fuera un cabezota importante, como fuiste tú mismo. En 1859 compró, por un buen precio y con muy buen gusto, el Jas de Bouffan, la Bastide en las afueras de Aix, el símbolo de su triunfo profesional y social; podría haberla decorado al estilo gran bourgeois,podría haberse entregado a los fastos del segundo imperio, pero no lo hizo. Optó por la sobriedad,no quiso ser un nouveau riche falsamente elegante, de hecho, su única extravagancia fue permitir a su alocado y no demasiado habilidoso hijo que le pintara el salón al fresco. El resultado fueron cuatro murales irónicos e ingenuos que representaban a las cuatro estaciones, una broma nostalgica que con gran jovialidad el hijo firmó, firmaste, haciéndose el gracioso, Ingres, 1811( el año en que Ingres pintó el Zeus y Tethis de la colección Granet); No contento con aguantarte los frescos, y sin chistar, tu padre, "el patrón" de un entorno muy amplio, posó durante inmoviles horas de eternos días para que pudieras hacerle unos retratos raros y poco favorecedorse que a nadie gustaban. El primero se lo pintaste en la pared curva del salón, entre las señoritas alegóricas de la primavera y el Invierno; le pusiste de perfil, leyendo el periódico, vestido de diario, con gorrito provinciano, manos enormes y distinción mínima; A Louis Auguste Cezanne no le pareció mal y te dió espacio, tiempo y alas. En la conservadora casa de tus padres solo había cuadros tuyos, treinta Cezanne premiere epoque, tu período más couillard, el más salvaje.¿Cómo te parecía todo tan natural y a tí debido?, Por Dios, Paul, ese hombre era un santo. Ya te digo que hoy no tengo tiempo, pero seguiremos hablando de tu padre, de mujeres, de amor y de dinero.