domingo, 25 de abril de 2010

Cezanne es el pintor de la lentitud pero dicen que este cuadro lo hizo en un periquete.
Era 1873 y pasaba una temporada en Auvers sur Oise, donde le había llevado Pisarro. El punto de encuentro de los artistas era la casa del Doctor Gachet, a última hora de la tarde. En una de estas veladas se hablaba de la Olimpia de Manet que tantísimo escándalo y revuelo había generado en el Salón de París de 1865. El hijo del Dr. Gachet cuenta - en un relato que por tardío es dificil de ratificar - que Cezanne, admirador de Manet pero más radical y por tanto crítico, tachó la obra de manierista y ejecutó como réplica y en unos diez minutos, la Olimpia suya que le parecía más moderna, volatil y escandalosa.
Cuando Cezanne, sin complejos, presente su Olimpia - compañada de La casa del Ahorcado y otro paisaje de Auvers - en la primera exposición del grupo Impresionista, primavera de 1874, en el estudio de Nadar, la crítica será inclemente: "... El señor Cezanne nos parece un loco agitado pintando el delirium tremens".
No se si la versión Gachet del Cezanne que improvisa será del todo cierta, ya que el artista reproduce en Olimpia, con variaciones, la escena de El pashá que había pintado tres años antes: La composición es la misma y los elementos no han cambiado pero Cezanne deja ahora que corra el aire y entre el sol, aligera la pincelada , se pone impresionista, suprime claroscuros y tremendismo para moverse en los tonos pastel que suelen acompañar al demí monde parisino.
En esta escena, ya sabemos que Olimpia no es ni oriental, ni inocente y que Cezanne, empequeñecido y aburguesado si le comparamos con el enturbantado pashá, solo es un cliente tímido que vestido de domingo visita a una prostituta de lujo. Olimpia está medio dormida y acurrucada, quizás no le esperaba pero en esta casa nunca se llega a deshora. La diligente doncella, tan desnuda como su señora, es quien descorre el velo, ligero como un sueño, como una nube, para enseñar con orgullo la mercancía tibia sobre el blanco de nieve.
Y Cezanne,¿a quien mira, a Olimpia, al infinito o a la escultural criada?. Como siempre en estos asuntos, la dirección de su mirada es vaga. Y en cuanto a sus manos: la izquierda empuña un bastón, reposa la derecha en el respaldo del diván; yo diría además que lleva guantes, no parece que vaya a tocar nada.
Las diferencias entre Manet y Cezanne son, desde el talento que comparten, inabarcables. Donde Manet pinta gato, Cezanne se marca un perrito enhiesto; si Manet pone belleza, Cezanne la embadurna de pathos . Manet tiene mano de angel pero Cezanne lucha por la verdad con sus zarpas. La Olimpia de Manet es una realidad social de placer y lujo, la Olimpia de Cezanne es un conflicto interno sin resolver. Y así, no me extraña que las patas de su velador parezcan serpientes y, ¿ es que sólo yo veo en la botella cezanniana el perfil, memento mori, de una calavera clásica?.