jueves, 1 de abril de 2010

No se que tienes para que tantos queramos poseerte. En Provenza, aparte de usar tu nombre para todo, hasta han incorporado tu imagen a los tradicionales "santons", las figuritas de los nacimientos; yo busco apropiarme de tus ojos, de tu estante, de tu pensamiento, de tu azucarero; hoy me llegan noticias de un señor muy simpático que murió en Diciembre pasado con 93 años, se llamaba Earl Sagan, era ilustrador y poeta pero entre dibujar comics de guerra y pergeñar versos, tuvo tiempo, en 1980, para escribir "Pour moi, Cezanne", una autobiografía tuya escrita por él y con sus dibujos que quería parecieran Cezannes; Y así, muchos otros, Gasquet, Borely, Venturi, Chapuis, Riviere, Shiff, Athanassoglou, Bernard, Schapiro, Smith ... ¿Qué nos pasa?. Te diré que me caía mal John Rewald pero empiezo a entenderle.
Rewald, la máxima autoridad Cezanniana, el autor de tus catálogos razonados,tu biografía definitiva, la edición completa de tus cartas, y otros estudios irrevocables, se muestra de un frío que acatarra contigo y por eso nunca me resultó simpático, ahora entiendo que no hacía más que defenderse del efecto Cezanne que obsesiona, apasiona y todo lo traga. Pobre John Rewald, al fín el más enamorado, hecho cenizas en la urna que pidió enterraran junto a tu tumba.
Y mientras tanto, tú, Paul Cezanne, no renaces ni mueres ni te desvelas, permaneces, virgen, hermético, indesdifrable, inaccesible a nuestras locas pasiones, indiferente a la indiferencia, tu misterio intacto, y ¿Por qué en tus cuadros, cuelga siempre el cartel de RECIEN PINTADO?.