viernes, 30 de abril de 2010

El Doctor Gachet, médico homeópata, coleccionista y amigo de artistas, fue también un pintor voluntarioso que solía firmar sus paisajes y bodegones como Van Ryssel. En 1872, Gachet marchó a vivir en Auvers sur Oise, en la región de L'Ile de France, a treinta kilómetros de París, una zona tranquila que estaba muy de moda entre los que se llamarían impresionistas. Rodeado de familia, colegas artistas y pacientes, montó allí su casa, el consultorio, un estudio de pintura y un moderno taller de grabado. Acababa de descubrir las posibilidades de esta técnica e hizo proselitismo entre Pisarro, Guillaumin y Cezanne que vivían una temporada en la zona y aprendieron con él a usar la punta seca sobre planchas de cobre.
Cezanne acabó en Auvers, con poca pretensión y por entretenimiento, cinco aguafuertes simpáticos que no tendrían especial interés si no fueran suyos.
Mi favorito es el Retrato de Guillaumin con el ahorcado porque me hace sonreir. Podría ser el dibujo distraido que hace un adolescente mientras se aburre en clase de matemáticas. Este grabado me devuelve un Cezanne joven que se rie con los amigos mientras vierte concienzudo la parafina en la placa y hace las incisiones precisas con rapidez y ademanes infantiles. ¡No sigas, déjalo ahí!, le grita quizás Pisarro, que acaba de ver cómo Guillaumin emborrona su Vista del Puente de Bercy. Eran días de verano y trabajaban con los portones del taller abiertos. En el pequeño jardín de muros altos juegan Lucien Pisarro que tiene nueve años y Marguerite Gachet, de cuatro. Hortense Fiquet y la señora Gachet acunan la siesta de sus bebés bajo la pérgola.
Me intrigaba el por qué de ese ahorcado en su cadalsito que aparece en la esquina izquierda del retrato. Jean Cherpin explica el enigma en L'oeuvre gravé de Cézanne de 1973. Parece que, por sugerencia de Gachet, los cuatro amigos decidieron firmar su obra gráfica a la manera pseudoanónima de los artesanos medievales, cada uno con un símbolo o seña de identidad. Pisarro eligió una flor heráldica; Guillaumin, un gato; Gachet, un pato; y Cezanne: El ahorcado. Esta elección tan singular puede ser una broma de la que hemos perdido la llave, o quizás sea un guiño a La casa del Ahorcado, la obra más representativa del nuevo Cezanne impresionista que, bajo la tutela de Pisarro, se fraguaba en Auvers.
"En realidad, a pesar de su decisión de pintar claro, a pesar de las sesiones con Pisarro a quien había elegido como maestro, Cezanne continuó durante cierto tiempo entremezclando las telas sombrías con las claras, hasta un día en el que en un arranque de energía, le dió al amigo Gachet sus tubos de negro y los de tierras, Siena natural o tierra quemada, pidiéndole que no se los devolviera". Paul Gachet hijo.(Recogido Por J. Cherpin)