domingo, 4 de julio de 2010

Mi muy querido, no quiero criticar pero se que si hubieras podido les habrías dado un buen zurriagazo a los jardines de tu amigo Monet en Giverny. Siempre dijiste: "Monet solo es un ojo, pero ¡qué ojo!", y tenías razón, si no hubiera sido tan buen pintor, podría haberse ganado la vida como decorador de interiores, o de delicadísimos exteriores, tenía buen gusto, buena mano y mucho estilo, pero reflexionaba poco, y a eso te referías. Sonreías con Pisarro cuando Monet os dijo : "Los colores me persiguen como una preocupación constante, me persiguen incluso en sueños"; te costaba entenderle, cuando en tu caso, eras tú quien perseguía como un loco a los colores para pillarles in fraganti.
Sonreiste de nuevo al leer a Proust - te manda el artículo tu hijo desde París - :"Si algun día pudiera visitar el jardín del Señor Claude Monet, estoy seguro de que vería algo que no es tanto un jardín de flores como de colores y tonos... parece plantado para que las flores que tienen colores a juego florezcan al mismo tiempo". ¿Qué colores no juegan juntos?, te preguntabas.
Monet en sus cuadros colorea pasmosamente la realidad como si se la hubieran entregado desvaida, le añade arte, aire y movimiento, y la convierte en un todo equilibrado precisamente mediante los colores.
Tú, mi muy querido, construyes los cuadros desde el color, lo extraes de las entrañas de la realidad; con masas de color compones y diferencias los volúmenes, moldeas y modulas, creas distancias, habitas el centro del cuadro y te integras en él.
Desde que aprendiste que "La realidad no acaba en líneas", utilizas el color para crear identidades, afinidades y fronteras, y con el color levantas una realidad paralela a la naturaleza; Y esperas, mi muy querido, con paciencia, que "cuando el color de tus cuadros obtenga su total riqueza, la forma alcanzará su plenitud".