sábado, 22 de enero de 2011

Persisto en lo cromático para decir que Enero también nos trae el amarillo de las mimosas en general, y de esta en concreto que vapuleada por el viento pero siempre optimista, acaba de estallar en la puerta de Can Dionis. Y el morado elegantísimo de las violetas minúsculas que se extienden a su libre albedrío entre las piedras del patio, en los bordes del camino y a los pies del granado. He intentado retratar su delicadeza de orquideas diminutas y su perfume fugaz pero las violetas, humildes como tales, han escapado a mi cámara imprecisa. No por ello son menos encantadoras.