Gala Placidia nació en Constantinopla y murió en Roma en el 450 de nuestra era cuando no había cumplido los sesenta años. Pidió que la enterraran en Ravenna. Tuvo tiempo para ser hija, hermana, esposa, tía y madre de emperadores. Álarico el visigodo la toma como rehen adolescente cuando invade Roma, y ella le responde casándose con su sucesor, Ataulfo, a quien dicen que amó; con él, fue la primera reina visigoda de Hispania, con capital en Barcelona, donde vivió hasta la muerte, violenta como corresponde, de su esposo. A petición de su hermano, el emperador Honorio, la devuelven entonces a Roma, donde contrae nuevo matrimonio con el general Constancio quien pronto se convierte en Constancio II, otro emperador, esta vez romano y un hombre bastante soso, nada que ver con Ataulfo.
Para Gala Placidia, el imperio de Occidente era su petit boudoir . Ejerció de regente durante los doce años de la minoría de edad de su hijo Valentiniano III, y fue munificente, astuta y piadosa . Gracias a ella terminan las obras de la iglesia de San Juan de Letrán en Roma y construyen la de la Santa Cruz de Ravenna junto a la que erige su mausoleo recoleto y esplendoroso con lujo de joyero, en el que también reposan los huesos de Valentiniano y quizás de su hermano Honorio. La leyenda cuenta que según su deseo, la depositaron embalsamada y sedente en su sepulcro, vestida de verdes terciopelos orientales y cubierta por el manto imperial.
En alguna batalla olvidada, su catafalco ardió, una crónica de Boecio asegura que lo hizo por combustión espontánea, y hoy nada queda de aquel cuerpo tan bello y poderoso, parece que la tumba triangular de piedra solo guarda sus cenizas, mezcladas con las del tiempo, iluminadas por la historia .
Y canta Alexander Blok : " Cubre el silencio las salas de los sepulcros, son estancias frescas y umbrías, para que la negra mirada de la bendita Gala, no consiga de nuevo incendiar las piedras ...".
Los mosaicos del mausoleo de Gala Placidia son los más antiguos de la ciudad y están entre los más hermosos, sus teselas son mínimas, e inmortal su color y su brillo. Bajo las arcadas se dibujan laberintos turquesa, y engañosas cortinas en mosáico enmarcan las ventanas de alabastro oscuro. La bóveda del ábside es un cielo estrellado, y en el muro que enmarca su sarcófago, quiso tener, al estilo romano, el dibujo en mosaico, de una biblioteca, un armarium con las puertas abiertas; aunque Ravenna fue buen campo de cultivo para los textos hoy conocidos como apócrifos, sus anaqueles solo guardan los cuatro evangelios canónicos, ordenados con primor y sujetos con cintas.