jueves, 22 de abril de 2010


Dejo Can Dionis cuando, tan temperamental como Cezanne, me estalla entre las manos la primavera.
La caldereta se convirtió ayer en boullabaisse y mi monte Tomir coqueteó con su Sainte Victoire entre las nubes.
Hoy he visto -literal - a una abeja que moría borracha en una rosa mientras yo caía - literal - rendida y avergonzada de felicidad en los jazmines.
Piedra y puente, Hinojo y romero, algodón y lino, azules verdes y amarillos.
Mallorca y Provenza son parecidas, entrelazadas por la madreselva de Paul Cezanne.