sábado, 29 de mayo de 2010

No quería entrar tan pronto en el mundo acuarela pero ayer, con la excusa mística, hice una incursión y hoy insisto porque me cuesta parar.
Esta mañana recibí la llamada de Marie, la alfarera de Moustiers a la que encargué una réplica del azucarero de Cezanne. Ya lo tienen, cree que me gustará y se ofrece a mandarlo por Courrier Express. Le he dicho que mejor me lo guarda, prefiero ir a buscarlo yo misma en Otoño, cuando vuelva a Provenza.
Y mientras tanto, aquí está de nuevo mi, su, azucarero. Es una acuarela tárdía y apabullante en la que Cezanne hace caso omiso de la solidez y la geometría. Sobre una mesa abullonada se amontonan - repentinas arquitecturas orientales - los objetos sin contornos, chorrean bajo ellos las sombras viscosas de ninguna tarde, tan azules como la sandía verde y la botella transparente. No creo, diga lo que diga Cezanne, que Dios fuera geómetra; él tampoco. El color en cambio, como la metafísica, se ve que lo dominaban ambos.
Hace tiempo supe que existió Willard Huntington Wright (Virginia 1888- Nueva York 1939); era un licenciado en Harvard muy elegante y cocainómano que empezó su carrera como critico de Arte y la acabó, bajo el pseudónimo de S. S. Van Dine, como escritor de exitosísimas novelas de detectives protagonizadas por un tal Philo Vance, su sagaz alter ego, como él ex alumno de Harvard, connaisseur de arte, elegante, y veladamente cocainómano.
Antes de convertirse en Van Dine, escritor policíaco y por ello millonario, Huntinton Wright fue uno de los primeros admiradores americanos de Cezanne, y a sus escritos críticos se debe en gran medida el rápido reconocimiento del artista en América. En su delicioso libro de 1915 Modern Painting - its tendency and meaning-, el capítulo sobre Cezanne comienza así:
"El diletante, ávido de relatos sobre las excentricidades de los artistas encontrará abundante material de esta índole en el casi medio centenar de libros que críticos de casi todas las nacionalidades han escrito sobre ese impresionante y grotesco coloso, Cezanne. Quizás ningún gran artista en la historia del mundo ha sido tan insultado, difamado y ridiculizado como él. No ha existido un pintor de tan amplia infuencia y tan vastamente malinterpretado. Como Miguel Angel, ha sido a la vez la admiración y el misterio para los críticos. Es el ídolo y el íncubo de los artistas de hoy en día. Sólo sus cartas, forman el fundamento técnico de toda una escuela artística. Con una frangmentaria frase suya sobre las formas geométricas, un artista español ha levantado otra escuela. Cuando Cezanne citó a Poussin, hordas de artistas centroeuropeos y escandinavos se lanzaron a mirar a este artista...". Y así acaba: "Solo hoy comienzan a entenderle, y todavía se cuestiona su grandeza. Pero Cezanne, ya sea en teoría o en práctica, es el artista más importante del arte moderno. Puramente como pintor, es el más grande que ha producido este mundo. En las Artes visuales en su conjunto, solo es superado por Rubens, Miguelangel y El Greco".
En fin, a Whright le gustaba Cezanne, pero hoy le saco a colación no por sus gustos sino por su disgusto. Cuando en 1916 este bodegón con sandía, granadas, botella y azucarero, se expuso en Nueva York, en la Montross Gallery, Huntington Whright dijo lo siguiente:
"De entre todas las obras presentes, esta acuarela es la menos interesante, tanto desde el punto de vista filosófico como del estético, y es sin embargo la más acabada y creo que la más cara. Esta Sandía es la pintura más superficialmente realista de la exposición...".
A estas alturas puede importar poco lo que un crítico, por elegante que fuera, dijera en 1916 sobre una pequeña acuarela pero siempre conviene recordar los infinitos matices, tanto de la obra artística como de las artísticas miradas; nuestros ojos parecen estar tan facetados por dentro como los de las moscas, y nos complican la percepción. Para Chappuis y Rewald esta acuarela es una obra maestra, Para Whright es un fiasco. Todos amaban a Cezanne y sin embargo difieren. Si puede y debe el artista aspirar al último absoluto, ¿No podrá el observador apasionado alcanzar la verdad absoluta en la mirada?.

Bodegón con sandía y granadas. Acuarela. 1900 - 1906. 30'5 x 47 cm. Museo de Filadelfia.En las cuatro esquinas del cartón, cuatro huellas de chinchetas.