miércoles, 9 de febrero de 2011
Diez bañistas y un perro negro que se acaba de dormir. En la inclinación de los árboles se atisba ya la catedral que protegerá a las grandes bañistas. Un pincel pequeño, aceite de oliva en un cuenco de loza blanca, restos de trementina en los bordes. Se comenzó a pintar en el estudio del Jas de Bouffan en 1895; Cezanne lo siguió retocando durante 1896 y no lo mando a París. En 1902 lo mantenía en Lauves, frente a su caballete; como punto de referencia, él lo que quería era pintar cuadros enormes.