viernes, 4 de marzo de 2011
Al lado de la gloriosa San Vitale y de cara a la imperial Gala Placidia, se encuentra la Iglesia humilde de Santa María, de arquitectura trivial y sin obras de arte a resaltar, es un templo sin embargo muy visitado pues en él se venera a una Madona milagrosa con una mejilla inflamada y enrojecida, de quien se dice que protege y da consuelo a los enfermos, le llaman Santa María de los tumores . Más allá de la devoción y la esperanza, esta iglesia no presenta un especial interés, pero al fondo, pasando la imagen de la Virgen, hay un cartel que dice Capella hibernale y señala una puerta pequeña, Si la abrimos y pasamos la pesada cortina roja de terciopelo que la protege, nos encontramos en una capillita recoleta con un radiador inmenso junto al altar y dos ventanales sin cortinas por los que entra el tímido sol del invierno. Es el lugar perfecto para pasar un rato leyendo relatos sobre Ravenna, charlando bajito o, también, rezando en intimidad y sosiego. No se quienes son los que cuidan la capilla pero la mantienen impecable, con libros de plegarias en cada banco, brillante el suelo de terrazo, stefanotis frescos perfuman el altar, y manteles de encaje impolutos y almidonados. Atención, Atención, Hay vida más allá del arte.